Your browser doesn’t support HTML5 audio
-Será despedido- pensaron muchos, casi todos de hecho y era lo que la lógica indicaba, con más veras después de aquel domingo, cuando Oklahoma le endosó como si nada 150 puntos a los Knicks.
Fue a mediados de noviembre, harán ya casi cinco meses y allí en el Madison Square Garden la sensación de fracaso era inminente y mientras el “ Padre Knickerbocker”( Mascota de los Knicks) intentaba mantener en alto la moral de la fanaticada del elenco neoyorkino; mientras esto pasaba, las miradas de todos, aficionados y especialistas, se posaban en él, en Tom Thibodeau, aquel que había regresado en julio de 2020 con una misión: cambiar la nefasta imagen que estaba dejando en las duelas de la NBA, uno de los elencos con más tradición…
La estela de Thibodeau
Era el mismo hombre que había dejado la mejor impresión como asistente de los Knicks a finales de los 90, uno de los artífices del éxito de los Celtics en 2008 y de igual modo, quien logró rescatar el alicaído orgullo de los Bulls, devolviendo a planos estelares a la icónica franquicia allá entre 2010 y 2015.
“… Es un ganador probado que saca el máximo a sus jugadores y a los equipos que ha entrenado…”- decía un fragmento del comunicado emitido por los Knicks tras anunciarse la contratación de Thibodeau hace casi tres años, tal como lo reflejo en su momento la agencia AFP.
Meses después, Tom Thibodeau era nombrado Manager del Año, al lograr que los Knicks quedaran cuartos en el Este y con el resultado volvieran a postemporada 8 años después.
La marca de Thibodeau
El éxito era inminente, la organización no ganaba un título desde 1973, pero con Thibodeau al mando y el deslumbrante talento de figuras como Julius Randle y RJ Barret, todo parecía posible, sin embargo, luego de perder en aquellos playoffs, la dinámica negativa impuesta por la derrota se extendió hasta la siguiente temporada (2021-2022), cuando entre lesiones y constantes altibajos de sus principales figuras, los Knicks se desplomaron, quedando a deber.
Con este antecedente llegaron a octubre último y si bien la llegada de Jalen Brunson parecía reavivar las esperanzas de la gente en el Garden, luego de ese día contra los Thunder de Shai Gilgeous- Alexander, la idea del caos era lo que se imponía.
La mística de Thibodeau
No había señales que permitieran avizorar un cambio inminente, no obstante, en cuestión de semanas, aquella noción del fiasco se esfumó y de a poco, Tom Thibodeau logró a acoplar sus piezas de la manera más efectiva, con un Julius Randle imponente y el dueto de Barret y Brunson dejando sus huellas en cada partido.
El arquitecto
Hoy, al momento de escribir este texto, de aquella estruendosa derrota ante el Thunder nadie se acuerda, pues con forja de 46-33 los Knicks aseguraron la quinta plaza en la Conferencia Este y otra vez pisaran la tierra prometida, comenzando con un duelo de infarto ante los Cavaliers en primera ronda.
Pocos hablan de él, pero sigue allí, con su mirada sigilosa, como de águila, dando las indicaciones precisas, siempre con uno, con dos, con varios planes para enfrentar cualquier situación; si falla la primera unidad, los de la banca están listos para asumir, Quentin Grimes, Immanuel Quickley, Obi Toppin y así, ese es Tom Thibodeau, el arquitecto de la “Revolución Knickerbocker”, ese mismo que como los buenos hijos, regresó a casa cuando más lo necesitaban.
Noticias relacionadas