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Hoy nadie o muy pocos lo recuerdan allí, siendo un claro protagonista de ese momento.  De un modo bastante escueto, había llegado como un descarte a mitad de temporada y al final, terminó siendo una de las figuras de esa épica en octubre último.

Si los Marineros de Seattle pudieron terminar con esa pesada racha y clasificaron a playoffs, veintiún años después, fue en buena medida gracias al impacto de una figura como el dominicano Carlos Santana.

La estela

Cuando el criollo salió de Kansas City algunos aludieron a un posible adiós al béisbol, pues para ese entonces a los 36 años, su average de 202 era un elemento veraz como para creer que los mejores años del caribeño habían quedado atrás, en aquella época dorada que vivió en Cleveland entre 2010 y 2020.

Esa era la idea, sin embargo el veterano se las agenció para cerrar el curso con 19 jonrones y 60 carreras impulsadas, cambiando por completo esa contradictoria perspectiva de antaño.

Volvió a su mejor versión

Santana logró rescatar su proyección imponente y en ese tramo decisivo nos hizo recordar a todos la huella de aquel inmenso jugador que se convirtió en un símbolo para la fanaticada del Progressive Field, desplegando todo su talento como primera base y bateador designado durante 11 campañas.

Lo dieron por acabado pero renació de la mejor manera, como sabe hacer, tronando el madero y a finales de 2022, cuando los Piratas de Pittsburgh decidieron pactar con el quisqueyano por un año y 6,75 millones de dólares, cuando eso pasó, todos comprendimos que allí en el PNC Park, a orillas del río Allegheny, el experimentado slugger seguiría dando que hablar.

El referente

A estas alturas, tres semanas después de haber comenzado la nueva temporada beisbolera en Las Mayores, cuando el buen comienzo de la escuadra bucanera empieza a llamar la atención de fanáticos y especialistas, de modo sigiloso un nombre descolla por su propio peso… Carlos Santana.

 

En 16 cotejos disputados, el antillano promedia 242 de average, con 2 jonrones, cinco dobles y 9 carreras impulsadas, erigiéndose como todo un baluarte para las aspiraciones de un equipo que no llega a postemporada desde 2015.

Lo dieron por acabado, pero sigue ahí, siendo consistente y a sus 37 años tiene en la mira los 300 jonrones y las 1000 impulsadas, pero de seguro, tal como ha ocurrido antes su enfoque simplemente está en hacer el trabajo y con ello demostrar que todavía tiene mucho para dar en Grandes Ligas.