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Es como una especie de tradición, algo cultural o como un reflejo de esto, quizás como los knickerbockers, aquellos colonos holandeses que dejaron su huella en Nueva York.

Antes, estuvieron otros, Phil Rizzuto, Yogi Berra y Joe DiMaggio, por solo citar, ahora es su momento, pienso y cuando a mediados de noviembre último, los Yankees anunciaron  que pactaban con Anthony Rizzo por tres años y 51 millones de dólares, la idea de que esa especie de legado continuaba, energía allí, a orillas del río Hudson, el mismo lugar donde tantos italianos y descendientes de italianos han intentado forjar su propio destino.

La figura

La ética de trabajo de Rizzo es única, es aquella con la que se estableció en Grandes Ligas vistiendo la franela de los Cachorros de Chicago, allá por 2012, un año después de haber debutado con los Padres de San Diego.

Hablamos de una constancia que le ha permitido sobrellevar el paso del tiempo en los diamantes, tanto en Wrigley Field como en el Bronx y cuando a mediados de 2021, Rizzo recaló en el Yankee Stadium afloraron ciertas dudas, venía de una temporada muy mala en 2020, sin embargo en la memoria popular estaban bien frescos los recuerdos de aquellas temporadas en 2015 y 2016, cuando pegó más de 30 jonrones e impulsó más de 100 carreras, quedando cuarto en la votación para el MVP.

La impronta

Estaba ese antecedente y su anillo de Serie de Mundial, también sus Guantes de Oro y sus Bates de Plata, pero más allá estaba ese liderazgo intrínseco a una personalidad única, como la de los Bonanno, los Corleone o esos tipos duros de los que nos han contado tantos, Gay Talese, Mario Puzo, Curzio Malaparte, tantos.

Rizzo no defraudó, se adaptó a Nueva York y a la afición y en 49 juegos, compiló para 249 con 8 jonrones y 21 carreras impulsadas.

Para 2022, si bien su average fue de apenas 224, con 32 jonrones y 75 carreras remolcadas, refrendó con creces su valor añadido dentro de la franquicia más emblemática del béisbol.

La vuelta de tuerca

Se especuló de que iría a los Astros, que no seguiría vistiendo el uniforme de telas a rayas, pero en noviembre acabó la trama y con el nuevo pacto, tomó forma el giro que tanto esperaba la gente allí en Manhattan.

Hoy, al instante de darle forma a este texto, a sus 33 años, sin reclamar protagonismo ni nada por el estilo, Anthony Rizzo va mostrando una proyección que nos hace recordar sus mejores momentos…

Todo cobra sentido y en 19 partidos, batea para 324, con 4 jonrones, 3 dobles y 10 carreras impulsadas, sacando la casta en momentos importantes y erigiéndose como uno de los referentes ofensivos de un elenco  que busca regresar a un Clásico de Otoño, catorce años después.