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En el mundo del béisbol, los contratos a largo plazo pueden ser una apuesta arriesgada para cualquier equipo. Los Tigres de Detroit han sido víctimas de esta realidad, al firmar un contrato millonario con el jugador Javier Báez. Lo que se esperaba que fuese –al menos para la gerencia de Los Tigres– una prometedora inversión en el talento y potencial del jugador, ha resultado ser un fiasco costoso que afecta tanto el rendimiento del equipo como su salud financiera.

Javier Báez, un nombre que alguna vez fue sinónimo de emocionantes jugadas defensivas y momentos de brillantez en el diamante, ha caído en una espiral de bajo rendimiento que ha dejado a los fanáticos de los Tigres de Detroit cuestionando la decisión de la gerencia. Báez, en su segundo año de un contrato de 6 años, ha dejado mucho que desear en términos de su contribución en el campo de juego. Su línea ofensiva es de .221/.264/.320 con apenas 7 cuadrangulares.

Según los datos de Fangraphs, de entre los 28 torpederos de Grandes Ligas que han tenido al menos 300 turnos en la temporada, Báez se encuentra en una preocupante posición 26 en términos de su aporte de wRC+. Esta métrica, que evalúa el poder ofensivo de un jugador ajustado al parque en el que juega y la liga en la que compite, es un indicador clave del impacto de un jugador en el marcador. El bajo desempeño de Báez en esta área pone de manifiesto su incapacidad para producir puntos cruciales para su equipo.

Pero el asunto se agrava si vemos el panorama más completo. En la actual temporada 201 bateadores han tomado al menos 300 turnos al bate, y Javier Báez ocupa el lugar 198 en términos de OPS con .582, solo por delante de Tim Anderson, el quisqueyano Jean Segura y Miguel Rojas.

Evidentemente no pagas 22 millones de dólares a alguien para que sea el 4to peor bateador de todo el negocio.

Bien es sabido que Báez siempre se ha caracterizado por su poca paciencia en el plato y su tendencia a irse con pitcheos fuera de la zona. Y bueno, este año eso no ha sido diferente. Solo Salvador Pérez (48%) ha hecho más swing a lanzamientos fuera de la zona que Báez (47.7%).

El contrato de Báez incluye una opción de jugador que le permite quedarse en el equipo durante los próximos 4 años, que de activarla -no hay que ser un genio para saber que es lo que finalmente terminará haciendo- le permitirá ganar una jugosa suma de 98 millones de dólares adicionales. Esto no sería un problema si Báez estuviera ofreciendo el rendimiento esperado de un jugador que ocupa una posición en la nómina tan significativa. Sin embargo, su falta de consistencia en el campo de juego y su disminución en la producción ofensiva lo convierten en una carga financiera que el equipo difícilmente puede justificar.

Con la nómina de Báez representando el 19% del pago total de nómina del equipo, los Tigres de Detroit se encuentran en una posición comprometida económicamente. El dinero invertido en Báez podría haber sido destinado a mejorar otros aspectos del equipo, como fortalecer el bullpen, adquirir jugadores jóvenes con potencial a largo plazo o buscar alternativas más rentables en la agencia libre. En cambio, la gerencia parece haberse arriesgado con una firma que, hasta el momento, ha demostrado ser poco beneficiosa para los Tigres y sus fanáticos.

Además, es importante destacar que Báez se encuentra entre los seis torpederos mejor pagados de toda la MLB. Si incluímos a Mookie Betts, sería el séptimo, sin embargo, las paradas cortas no es la posición primaria de la estrella de los Dodgers de Los Ángeles. Por cierto, Mookie solo gana 3 millones más que Báez y la diferencia de producción es del cielo a la tierra.

Esta posición en la jerarquía salarial solo intensifica la mirada crítica sobre su desempeño y el manejo de la situación por parte de la gerencia de los Tigres de Detroit.

Los fanáticos y analistas por igual se preguntan si este contrato fue una decisión apresurada basada en expectativas poco realistas o una apuesta desacertada en un momento en el que las finanzas del equipo están en juego.

En última instancia, el contrato de Javier Báez con los Tigres de Detroit se ha transformado en una lección dolorosa sobre la importancia de tomar decisiones informadas y equilibradas en el mundo del deporte profesional. Lo que parecía ser una inversión segura en el talento de un jugador se ha convertido en un recordatorio de los riesgos inherentes a los contratos a largo plazo. Los Tigres, junto con sus fanáticos, deben enfrentar las consecuencias de esta costosa apuesta y considerar cómo se recuperarán de este golpe en la búsqueda de la gloria en el diamante.