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En una impresionante demostración de habilidad y valentía, el estonio Jaan Roose, tres veces campeón mundial de slackline (la cuerda floja), llevó sus habilidades al límite al caminar una distancia de 150 metros sobre una cinta de 2,5 cm de ancho iluminada con LED, suspendida entre dos torres en la ciudad de Lusail en Doha, Qatar. La hazaña tuvo lugar este domingo durante el atardecer, creando un escenario increíble para esta proeza deportiva.

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El slackline, una actividad que nació en 1980 en la comunidad de escaladores, desafía a los atletas a mantener el equilibrio sobre una cinta plana suspendida entre dos puntos. Roose, siendo uno de los pioneros en llevar los límites de lo posible en este deporte, completó su caminata a una altitud de 211 metros (más del doble de la icónica torre Big Ben de Londres).

Uno de los deportes extremos más peligrosos del mundo

“Las torres representaron un desafío que estaba ansioso por asumir. Esta caminata fue uno de mis desafíos más exigentes hasta la fecha, especialmente considerando su longitud y altura”, dijo Roose tras completar su hazaña. El atleta enfrentó condiciones cambiantes de calor y viento del desierto, lo que requirió ajustes mientras estaba en la cinta. Además, el peso de las luces LED introdujo una dinámica diferente al comportamiento de la cinta bajo su peso, comparándolo con la sensación de hacer skateboarding sobre un tronco pesado en lugar de una tabla ligera.

Roose también expresó su admiración por el lugar elegido para esta hazaña: “Las Torres fueron el telón de fondo perfecto para esta proeza. Ha sido realmente una visita inolvidable a Qatar”.

Los logros de Roose

Con 31 años, el europeo cuenta con una impresionante lista de logros en su carrera, incluyendo la conquista de algunas de las rutas de slackline más desafiantes del mundo. Fue la primera persona en realizar slackline entre las formaciones de piedra caliza conocidas como los “Castillos de Azúcar” en la región de Bozzhyra, Kazajistán. Además, el año pasado, desafió condiciones extremas en dicho país mientras atravesaba con éxito un slackline de 500 metros de largo situado a unos 200 metros de altura, enfrentando fuertes vientos y temperaturas abrasadoras de hasta 50°C

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