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Se escribe fácil, 336, pero no, al poner la cifra en contexto, hablamos de la cantidad de encuentros que disputó Cosiri Rodríguez con la selección nacional dominicana de voleibol, desde su irrupción allá a mediados de los 90 hasta ya bien avanzada la primera década del siglo XXI.

La nativa de San Cristóbal, nació un 30 de agosto de 1977 y con cerca de 15 años debió viajar hacia la capital para adentrarse con todas las posibilidades en la práctica de deporte de la malla alta y ya en 1993 logra debutar con la escuadra juvenil en el NORCECA efectuado ese año en Santo Domingo.

La génesis de la leyenda

Fue el comienzo y desde entonces, todos tendrían que ver con aquella estelar rematadora que imponía respeto con el tono imponente de su figura.

La eterna capitana, descolló en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Maracaibo en 1998, siendo un baluarte para que la escuadra criolla pudiera subir al podio en el certamen regional.

De igual modo, jugaría un rol protagónico en la clasificación al Campeonato Mundial de Japón, disputado ese mismo año, evento donde Dominicana acabaría en el lugar 13.

La huella de Cosiri

Con posterioridad la estela de resultados no se detendría; oro en los Panamericanos de 2003, oro en los Centroamericanos de 2006, además de obtener también el título en la Copa Panamericana de Mexicali en 2007.

En ese contexto, a la vez que resaltaba con el combinado nacional, Cosiri dejaba una rica hoja de servicios en el contexto europeo, en particular en España, representando al CD Universidad de Granada y al Construcciones Damesa de Burgos; resultados que propiciaron su irrupción en el Salón de la Fama del Voleibol.

Si hay un nombre que trasciende en el tiempo hasta el día de hoy, cuando se habla de las Reinas del Caribe, ese es el de Cosiri Rodríguez, inmortal del deporte quisqueyano, una de las artífices de los loables resultados obtenidos en los últimos treinta años.