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La hija ilustre de San Juan de la Maguana, la pionera, la mejor de todas y hay tantos calificativos para referirnos a Dulce María Piña que harían falta dos, tres, cuatro crónicas de esas que te dejan sin aliento, quizás hasta una enciclopedia para hablar de esta dominicana que es casi universal.

Pudiéramos empezar por el final, justo cuando con 37 años, se despidió como las grandes, con una medalla de bronce que supo a oro en los Juegos Panamericanos celebrados en San Domingo, allá en 2003.

La estela

Habían pasado trece años, desde que en 1990 irrumpiera en la arena internacional, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, efectuados en México, justa donde obtuvo una memorable medalla de plata con apenas 24 años.

Ya con posterioridad, en estos tipos de certámenes, Piña lograría hilvanar una serie de loables resultados, entre los que sobresalen las preseas plateadas en Ponce 1993 y Maracaibo 1998, así como el oro en el certamen celebrado en San Salvador en 2002, tocando a las puertas del retiro para ese entonces.

Leyenda

En Juegos Panamericanos, Dulce María Piña se hizo con la medalla de bronce en Mar del Plata 1995, instante este que marcó la antesala de uno los grandes momentos en su carrera deportiva, los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996.

Cuentan que fueron más de 20 medallas repartidas entre Juegos Centroamericanos, Panamericanos y Campeonatos Abiertos en Europa y Estados Unidos y en todo momento, aquella muchacha de 19 años que había pisado los tatamis por primera vez, un 5 de mayo de 1985, legó una estela de logros impresionantes y una personalidad única que la sigue distinguiendo con el paso del tiempo.