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Ella lo supo muy bien, tenía la clase y las formas para ello. Eran unas formas perfectas, lo siguen siendo a pesar de sus casi 50 años, perfectas desde los finos ángulos en su rostro de diosa griega, hasta la fortaleza que se palpaba en sus brazos, también perfectos.
Lo supo muy bien y quizás pudo ser otra cosa, modelo, actriz, bailarina, lo que hubiese querido, pero no, Joëlle Schad escogió el tenis, se enamoró desde muy temprano de esa magia que emana del llamado deporte blanco; desde la potencia de un drive y la precisión en un golpe de revés hasta la efectividad de un remate.
La figura
Y hoy hablamos de Joëlle Schad y tal vez, en perspectiva no se trate de alguien al nivel de la alemana Steffi Graft, la británica Virginia Wade o la misma Serena Williams, eso es real, no obstante, la dominicana, aquella que naciera un 13 de marzo de 1973 en Santo Domingo, dejó una impronta única en las canchas.
Es una estela impresionante, sin dudas y en 1990, allá en México, durante unos Juegos Centroamericanos, comenzó el camino del éxito para la quisqueyana, pues con solo 17 años ganó la medalla de oro en la modalidad de sencillo, así como la plata en la categoría de dobles, además de un bronce en el apartado mixto.
Hoja de servicios
Un año después, en La Habana, durante los Juegos Panamericanos celebrados en la capital cubana, la criolla volvió a relucir su potencial, colgándose una presea plateada y otra de bronce.
Todos hablaban de su estilo, de su destreza y de un exquisito toque con su raqueta y en 1993, durante los Juegos Centroamericanos de Ponce, Joëlle, refrenda con creces su mejor condición, llevándose un metal de cada color en dicha competencia.
Con lágrimas de felicidad se ha visto a Schad rememorar su participación en los Juegos Olímpicos Atlanta 1996. A la reina del tenis dominicano esto le hincha el pecho de orgullo.
El legado
Fue brillante y hasta ese año 2001, cuando decide acogerse al retiro, el nombre de Schad era de sobra conocido entre los amantes no solo del tenis, sino del deporte en general, había dejado su huella en varios rincones del continente y a escala global, siendo una de las figuras representativas de la escuadra nacional en las Copas de Federaciones de Tenis.
Quince años después de decir adiós a la práctica activa como profesional, llegó el mejor reconocimiento para Joëlle Schad… su exaltación al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano.