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Cinco años atrás nadie la conocía y así como una muchacha común y cualquiera, llegó a Barranquilla, la populosa ciudad colombiana situada a orillas del río Magdalena que por 2018 acogió los XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe.

Había nacido veintidós años antes y allá en Don Gregorio, en un rincón medio apartado de Nizao, comenzó con 19 a practicar atletismo.

En ese comienzo pensaba ella ayer ahí, en la pista  de San Salvador… en el comienzo, en todos los comienzos, en aquella medalla de bronce en el relevo 4×100 metros, en las medallas olímpicas en Tokio, en el Mundial de Eugene, en la Liga del Diamante y en el hecho que, dentro de un mes, en Budapest con el próximo Mundial, puede tener el momento que tanto ha esperado.

El disparo cortó el silencio de la noche y ella salió como una centella… corrió cómoda, con sutil sobriedad en cada zancada y casi sonriendo llegó a la meta en menos de 50 segundos.

El presente

Cinco años después de Barranquilla, con un tiempo de 49,95, casi sin despeinarse, Marileidy Paulino ganó el oro en los 400 metros planos de los XXIV Juegos Centroamericanos, para seguir esculpiendo ese legado que la ubica ahora mismo como uno de los refrentes del campo y pista no solo en el continente, también en el orbe.

Es “ La tormenta del Caribe”, así, impetuosa,  segura siempre, con su fe inquebrantable tragándose a sus demonios, batiendo un récord que databa del lejano 1978, legitimando su favoritismo para los Panamericanos de Santiago de Chile y despejando las dudas respecto a su condición de cara a la cita mundialista en suelo húngaro.

Imbatible

¿Quién puede contra Marileidy Paulino?, irrumpe la pregunta y al instante la necedad de algunos evocará los nombres de la estadounidense Shamier Little, la polaca Natalia Kaczmarek, o la bahameña Shaunae Miller- Uibo, pero no, aquella que corría descalza por los caminos y veredas de Don Gregorio está en su momento, es la número 1 del Ranking, está allí desde hace rato y al parecer seguirá.

Cinco años atrás nadie la conocía…hoy, es un ejemplo vivo de la dominicanidad, una auténtica embajadora de Quisqueya en cada rincón del planeta y eso, quizás lo resume todo.