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Lo primero es su risa, amplia y hermosa, luego esa mirada imponente, la misma que denota la expresividad desmedida con la que roba un balón en las duelas y segundos después encesta y vuelve a mostrar su risa.

Tiene 22, pero desde hace siete años, cuando irrumpió en los tabloncillos de la Liga Nacional de Baloncesto Femenino de República Dominicana, Esmery Martínez le mostró a todos su categoría como jugadora de élite.

El comienzo

Como en las buenas historias, cabría señalar que Martínez se vio inmersa en el universo de las canastas casi por casualidad, motivada por un hermano, pero acabó enamorándose.

Nació cuano empezaba el siglo, a comienzos de mayo del 2000 y con solo 16 años, la perla de Hato Mayor, terminó siendo la MVP de aquel certamen doméstico, mientras vestía la franela de las Reinas del Este.

Imparable

Desde entonces, su ascenso ha sido imparable y en 2017, repitió como Más Valiosa en el NBA Academy, trazando quizás el camino hacia la meca del baloncesto mundial entre las féminas, nos referimos a la WNBA.

Así llegó al básquetbol universitario y desde 2019, ha refrendado con creces esa estela que habíamos visto en suelo quisqueyano, primero con West Virginia, entre 2019 y 2021 y más tarde con la Universidad de Arizona.

Números y algo más

Sus números en cuatro temporadas en la NCAA traducen a las claras su condición: 10,2 puntos por partido, 8,9 rebotes y 47% en tiros de campo.

De modo particular en 32 desafíos disputados en la última campaña jugando para las Wildcats, la criolla estampó 10,5 cartones por encuentro con 8,6 rebotes.

A las puertas del gran salto

Se declaró elegible para el Draft de la WNBA de comienzos de abril, pero no dio resultado y de inmediato, la propia jugadora informó que retornaría un año más con Arizona, algo que, de igual modo, se sopesaba como posible alternativa, aunque nadie duda que la caribeña lo tiene todo para dar el salto y en el próximo año podría tocar a las puertas.

En unos meses, a inicios de julio, de seguro la veremos defendiendo la franela de la selección nacional en el FIBA AmeriCup Femenino que se efectuará en México, ayudando a las nuestras a garantizar al menos un boleto para los Juegos Panamericanos de Santiago.

Es la joya dominicana del baloncesto, la chica que llegó casi por casualidad y hoy es orgullo para cada unos de los amantes de esta disciplina y del deporte en general.