Your browser doesn’t support HTML5 audio

Es bien sabido que el Petko Park siempre se ha reconocido como un estadio muy desafiante para los bateadores. Hay varias razones que fundamentan esto, y es que además de las amplias dimensiones del parque, San Diego es una ciudad costera, lo que genera una brisa marina que a menudo sopla hacia el campo desde el jardín derecho. Esta brisa afecta constantemente la trayectoria de la pelota, especialmente para aquellas que son dirigidas para ese lado del terreno. También la densidad del aire es mayor debido a la humedad y ubicación geográfica, lo que hace que la pelota no vuele tan lejos como en estadios ubicados en altitudes más altas o en climas más secos.

De acuerdo a statcast, el Petko Park tuvo el factor parque más bajo en la pasada temporada, con 92, y en la presente es de 95, empatado en la última posición junto al T-Mobile Park de Seattle y el City Field de Nueva York.

El factor parque se refiere al impacto que las características específicas de un estadio tienen para incidir en el rendimiento de los jugadores. Donde una puntuación de 100 sería el promedio, por encima de 100 sería un estadio favorable para el bateo, y por debajo de 100, favorable el pitcheo.

Es decir, por segundo año consecutivo, el Petko Park está siendo el estadio más difícil para batear en todas grandes ligas. Alejarse de este escenario, es lo que lo pudiera situar nuevamente en los debates sobre el mejor jugador de la liga.

Desde la llegada de Soto al equipo, los fanáticos y toda la directiva se crearon ilusiones y se forjaron grandes expectativas, sin embargo, la realidad se ha tejido de manera distinta, sumergiendo al equipo en un desafío continuo para alcanzar la competividad deseada.

A pesar de las inversiones, el proyecto de los Padres no ha arrojado los resultados esperados. El equipo se enfrenta constantemente al desafiante panorama de ganar partidos y acercarse en la lucha por la clasificación, pero con cada derrota, pareciera que la paciencia y esperanza se agotan.

Y existe una poderosa razón que debe, casi que obligar, a los Padres a separar relaciones con la joven estrella de 24 años.

Los splits de Soto, jugando en casa o ruta, la diferencia de jugador es simplemente abismal.

En casa: .226/.407/.417

En ruta: .295/.426/.579

Su OPS de .824 en la casa sigue siendo muy bueno. Hay grandes bateadores que están teniendo temporada con OPS parecido, como José Ramírez (.853), Paul Goldschmidt (.847), Fernando Tatis (.834) y es incluso superior al de Austin Riley y Pete Alonso .813 y .812 respectivamente.

Pero es que en la ruta pasa de ser bueno a algo extraordinario. Su OPS fuera del Petko Park se eleva hasta 1.005, lo que lo colocaría en 2do lugar en todas grandes ligas, solo por detrás de Shohei Ohtani.

Sí, su OPS sería mayor al de los dos principales candidatos al MVP de la Liga Nacional, Ronald Acuña y Freddy Freeman.

Su slugging en la ruta es de .579, que es superior al del líder de HR de la liga nacional, Matt Olson (.565), sin embargo, en casa, estaría por debajo del .420 de Taylor Ward.

Es cierto que A.J. Preller ha invertido para construir un equipo contendor y canjear a Soto podría ir en contradicción a ese objetivo, pero tomando en consideración el factor negocio, quién a final de la temporada de 2024 se convertirá en agente libre y aspirará a un contrato sobre los 400 millones de dólares. Los Padres ya tienen una nómina bastante abultada con los contratos de Tatis, Machado, Bogaerts y Darvish, y a pesar de la clase de bateador que es Soto, no sería el mejor de los negocios comprometer esa cantidad de dinero para un jugador que tenga tal contraste en sus estadísticas.

Es doloroso pero ineludible. Como cuando un niño debe desprenderse de su juguete más preciado, Preller se enfrentará a una de esas disyuntivas que remueven el alma, apostó todo a un proyecto fallido. Cambiar a Soto no debe ser una decisión sencilla, pero es necesaria.