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Todo tiempo es perfecto para hablar de Lionel Messi, es así, lo ha sido desde hace casi 20 años e incluso un poco más, cuando allá a comienzos de los 90 trazó las primeras líneas de su auténtica obra de arte…

En Newell’s empezó todo, pero quizás, buscando establecer una especie de marco temporal, fue a los 17 años, aquel día de octubre en 2004, tras su debut con el Barcelona, que nació la historia que conocemos hoy, la de Messi siendo dueño del fútbol y del tiempo, que en el mundo de hoy, en pleno siglo XXI, hablar de fútbol y de tiempo, es hablar casi de lo mismo, pues entre Ligas, Copas, Súper Copa, Copa América, Eurocopa y Mundial, transcurren las horas y los días de la gente.

No fue un premio más

Ayer en París, Leo volvió a ganar el The Best, su premio individual número 53, algo esperado para la mayoría, sorpresivo para otros, pero más allá del dato y de la estadística a veces fría, una idea marcaba la pauta antes de este lunes; Messi podría ganar el trofeo o no, como sea, después de aquella noche en Qatar, la obra de la que hablamos se concretó; el mejor, simplemente el mejor, emperador del fútbol y como un Dios, dueño del tiempo.

Necesitaba su Mundial y lo tuvo y en este punto emerge una perspectiva casi absoluta, solventando la polémica y las tramas hilvanadas alrededor de aquel instante,  mientras Messi juegue, mientras exista diría, sea en Barcelona o Madrid, en París o Buenos Aires o Miami, lo va a merecer todo y como  nunca impondrá las pautas, los ritmos, los temas en las agendas mediáticas, el último grito de la moda, hasta la risa, agregaría.

Dueño del tiempo…

Y seguirán las críticas, que si es enano y feo y esto y lo otro, que si no habla o lo hace muy poco, pero ya Messi no es aquel chiquito de 17 que con mirada asustada irrumpió en la arena internacional, no, ya creció y lo hizo librando auténticas batallas, desde sobrellevar la nostalgia de su Rosario natal, hasta desechar a base de fútbol, las dudas absurdas sobre su grandeza; luego de esto, nada ni nadie lo puede espantar, como decíamos, ya es Messi, el dueño del fútbol y del tiempo, que es hablar de lo mismo.