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Nació en Don Gregorio, allá en Nizao y corría descalza y en un comienzo no pensaba en el atletismo y llegó casi por azar a las pistas y allí se quedó; así ha estado desde aquel entonces, hace ya unos siete u ocho años.

Nació en Don Gregorio, pero hoy, mientras escribo, la conocen en Tokio, en Nueva York, también en Londres y París, diría que, en todas partes, es universal y si en este 2023, hay un símbolo que puede definir al dominicano y a la dominicanidad…ese símbolo es Marileidy Paulino.

La estela

Hablamos de Marileidy Paulino, esa que aquel día, en la capital de Japón, durante los últimos Juegos Olímpicos, cuando nadie contaba con ella, acaparó las miradas y se robó el show y con esa medalla de plata que supo a oro nos hizo sentir que éramos en ese instante los seres más afortunados del planeta.

Es Marileidy allí en Tokio, luego en Eugene, durante el Mundial, es Marileidy en la Liga del Diamante, brillando, luciendo inmensa, reivindicando aquel legado del gran Félix Sánchez, escribiendo su nombre en letras doradas, esculpiendo su leyenda de un modo tan auténtico como solo ella puedo hacerlo; rompiendo barreras, estigmas, prejuicios, luchando contra mil demonios, el tedio, la apatía, la desidia, el abandono y obviamente la arrogancia…

En este punto las imágenes pasan, se suceden una detrás de otra; la sonrisa de Marileidy, la zancada, el rictus de dolor por el esfuerzo final, la zancada perfecta y tras cruzar la meta, la foto de siempre, esa en la que porta la bandera, nuestra enseña nacional.

Razones para un desagravio

Al mismo tiempo, se suceden otras, así como flashazos, como disparos que llegan al corazón; Paulino teniendo que viajar de Santo Domingo a Bayaguana, simplemente porque la pista del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte no tiene las condiciones mínimas para entrenar al nivel adecuado.

Por un lado, la falta de condiciones, condiciones mínimas para que una atleta de alto nivel cumpla con sus planes, con sus rutinas diarias; por un lado, está esto y también las trabas, el excesivo burocratismo que complica procesos tan simples como una visa o el poder resolver una parada de entrenamiento en altura, o en el lugar idóneo en pos de hacer los ajustes necesarios de cara a una competencia.

Marileidy ha debido luchar contra esto, ha criticado al Ministerio del Deporte, a la Federación Dominicana de Atletismo y la han tildado de injusta, hasta de ignorante por desconocer esto y aquello…los mismos argumentos y justificaciones de siempre.

La impronta de Marileidy

Así y todo, ella se ha impuesto a la ausencia de su entrenador, de un masajista, del necesario team médico que requiere este tipo de figuras, tal como ocurre con Sydney McLaughlin- Levrone o con Femke Bol, por solo citar a dos referentes de la actividad atlética en el orbe, justo en este instante mientras escribo.

Hace unos días, el periodista Dionisio Soldevila de Diario Libre, criticó mediante un articulo de opinión, las recientes exigencias de Paulino, luego de coronarse en el Meeting de París, tildándola otra vez de injusta y en este sentido yo me pregunto… ¿eso es todo lo que podemos hacer por Marileidy?, ¿No está en condiciones el gobierno y las autoridades dominicanas de facilitarle las cosas a Paulino?

Las interrogantes emergen por su propio peso, pues nada justifica ahora mismo que por falta de voluntad política, Marileidy deba estar pasando por una situación así, con más veras cuando sabemos que trámites migratorios de esta índole se puedan agilizar al menos mediante la Cancillería o una de las entidades vinculadas a dicha institución.

Señores, se trata de una mujer que además de sus notables resultados obtenidos hasta hoy, en par de meses puede alzarse con una medalla de oro en un Mundial de Atletismo y por ende, se impone escucharla, cuidarla, hacer todo lo posible y hasta lo imposible en aras de que en el futuro podamos seguir viendo ondear nuestra bandera en lo más alto… así sin más…