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Desde que lo vimos, todos sabíamos que su lugar no estaba allí, era como un promontorio deforme situado en medio del Progressive Field. Aquella fue la sensación, la de un hombre que está en el momento y lugar equivocados y pudo no funcionar, tenía solo 21 años y algo de susto en la mirada, pero también en sus gestos y manías infantiles, se denotaba esa clase propia de los grandes…
Bateaba a las dos manos y en el campocorto era capaz de las mejores jugadas, de auténticas obras de arte; con el guante de revés atrapaba pelotas que parecían imposibles y al soltar en el aire, era Larkin, Rollins y hasta el mismo Ozzie Smith; todos a la vez.
Como si hubiera estado siempre
Así empezaba la historia de Francisco Lindor allá por 2015, en el momento de su debut con los entonces Indios de Cleveland y el impacto fue tal que el caribeño parecía llevar seis o siete o diez años, incluso toda la vida en los terrenos de Grandes Ligas.
Aquel fue uno de esos comienzos soñados, como de película, Lindor, acabó segundo en la votación para el Novato del Año, luego de que en 99 partidos dejase una hoja de corte 313/353/482, con 12 jonrones y 51 carreras impulsadas.
La estela de Lindor
Después, durante las siguientes cuatro campañas, la realidad superó con creces todas las expectativas y ni en la mejor de las ficciones, podríamos haber imaginado lo que vendría; dos Guantes de Oro, dos Bates de Plata, cuatro Juegos de Estrellas y en tres oportunidades, el antillano terminó dentro del top 10 de la votación para elegir al MVP de la Liga Americana.
De la noche a la mañana, el boricua se erigía como uno de los rostros importantes no solo en el joven circuito, de igual modo en el contexto beisbolero en general.
Muchos pensamos que su historia acabaría allí, en ese pedazo de tierra en Ohio, sin embargo, luego de una discreta temporada en 2020, al año siguiente, llegó el cisma; los Mets de Nueva York se hicieron con los servicios de Lindor por 10 campañas y 341 millones de dólares.
Un nuevo comienzo
A sus 27 años, el nacido en Caguas, el 14 de noviembre de 1993, llegaba a Queens y el cambio de aires, supuso el cumplimiento de aquella especie de profecía de la que hablamos al principio… su estampa pertenecía a otro lugar, quizás allí, al mítico condado neoyorquino.
Se habló de todo, de jugador franquicia, de Serie Mundial, de MVP, de Triple Corona; Francisco Lindor descollaba como el gran referente dentro del nuevo proyecto que buscaba regresar a los Mets a planos estelares pero sobre todo, volver a ganar un anillo en el Clásico de Otoño.
No fue lo que se esperaba en su primer año, pues si bien pudo disputar 125 partidos, pegando 20 cuadrangulares y remolcando 63 carreras, si bien fue de así, por otro lado, apenas compiló para un average de 230, con solo 10 bases robadas y un OPS de 734, el más bajo de su carrera.
Hubo dudas, los Mets volvieron a fracasar y sobre su figura de volcaron buena parte de las críticas. Le exigieron resultados y como los grandes, Francisco Lindor respondió…
Como los grandes
En la contienda anterior, además de disputar 161 desafíos, Lindor dejó una hoja de corte de 270/339/449, con 26 vuelacercas y 107 carreras impulsadas, quedando noveno en el listado final para elegir al MVP.
De cara a 2023, todo pinta para un gran año y están Max Scherzer y Justin Verlander, así como Pete Alonso, Jeff McNeil y Starling Marte, entre los bastiones ofensivos de Mets, pero otra vez, las miradas de la mayoría se posarán en Lindor.
Es el hombre llamado a fungir como líder, un jugador que a pesar del tiempo y de las dudas, sigue dando la impresión de que lo mejor está por llegar.