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Solo atina a mirar el balón, respira una vez, lo hace de nuevo, en esta ocasión más hondo – “…1,2,3…”- cuenta para sí y vuelve a mirar el balón, no quiere pensar mucho, sabe que no puede hacerlo, pues el mínimo atisbo de desconcentración lo puede quebrar todo, entonces toma una leve carrera de impulso y salta…

El balón cruza el aire, como una saeta, así, fugaz, lleva el efecto preciso, un efecto que no le da tiempo a la jugadora mexicana a asimilar que será imposible defender esa bola.

El instante…

¡Punto 26!… de pronto, lo que parecía un manicomio se difumina para tornarse en algo sepulcral; el silencio es atroz, pero la pausa dura bien poco…los aplausos vuelven a romper la quietud de la noche.

Así fue, han pasado las horas, pero en nuestra memoria, tal parece que está ocurriendo ahora mismo, que pasa una y otra vez, cientos de veces, como un perenne deja vu que no queremos dejar de evocar.

Histórico

Un punto 26 para la historia, el punto del triunfo en el cuarto set, de la victoria 3-1 ante México, del sexto título, de una épica que aún por esperada nunca dejó de emocionarnos a los miles y miles de fanáticos que en toda Quisqueya y más allá estábamos al pendiente de lo que hacían las Princesas del Caribe en suelo mexicano.

Dominicana volvió a ganar el Campeonato Panamericano de Voleibol Femenino Categoría Sub-23, refrendando allá en la Arena Sonora de Hermosillo su hegemonía continental y mandando un claro mensaje…las herederas de las Reinas del Caribe marchan por buen camino.

Imparables, así estuvieron desde el primer día las criollas; aplastando primero a Canadá, luego batiendo a Perú y a Cuba, para después hacer añicos la ilusión argentina en semifinales.

La estela

El mismo grupo que solo tuvo una semana para acoplar la dinámica, al que muchos miraron con cierto escepticismo, que si debía ir esta o aquella jugadora, que si al mando debió estar este o aquel director; ese grupo ganó sus cinco partidos en la justa, perdiendo apenas tres sets y sobre todo, regalando un voleibol de altos quilates.

Fue la sexta corona en un evento que como he comentado anteriormente, parece hecho a su medida pues desde aquella primera edición en 2012, Dominicana siempre ha impuesto su clase sobre el taraflex.

El mejor regalo

Fue una maquinaria absoluta, en la que todo funcionó perfecto como reloj suizo y en este sentido podemos resaltar desde la destreza de Ariana Rodríguez (MVP y Mejor Acomodadora), pasando por el empuje de Flormarie Heredia (Mejor Anotadora) y el bastión defensivo que representó Geraldine González (Mejor Bloqueadora).

Las Princesas ganaron mostrando su mejor versión en la duela y en este minuto mientras escribo, este es sin objeción el mejor regalo posible para todos los que amamos el deporte de la malla alta.